domingo, 5 de julio de 2009

Luz cegadora

-Quién eres?

Pude atisbar un pequeño halo de curiosidad en su mirada, pero no sonrió.

-Me llamo Alex - Balbuceé como pude esas tres palabras, ya que, aparte de la cohibición que sentía por estar frente a mi ídolo, siempre me sentía algo estúpida cuando me preguntaban mi nombre, pues era el diminutivo de Alexia y parecía un nombre claramente masculino.

Si bien, mi nombre era una de las pocas cosas que me gustaban de mí. Me gustaban los nombres de chico en una chica, ya que yo siempre había sido bastante distinta a las chicas que me rodeaban...

Nunca jugué con muñecas, ni me ponía vestidos, ni me maquillaba... Quería ser una persona natural, sin necesidad de los potingues que utilizaban las chicas de mi edad para realzar su imagen.
Odiaba eso. Odiaba que la imagen externa fuese tan importante en la sociedad.

Una cosa era vestir a una manera muy propia, o llevar el pelo de una u otra forma....pero últimamente sólo veía chicas increíblemente recargadas, que fomentaban el auge de la superficialidad y que sólo se interesaban en la moda y en los hombres.

-Qué haces aquí?

Estaba a la defensiva. Obviamente creía que era una fan histérica que le había seguido en su peor momento y estaba invadiendo su intimidad, cuando realmente yo ni siquiera sabía que él estaba en Los Ángeles.

-Me he escapado de casa y he acabado aquí.

Su rostro se relajó y la suspicacia con la que me miraba, se tornó en una ligera comprensión.
Pude distinguir una media sonrisa.

-Siéntate- dijo señalando un pedazo de césped junto a él, cubierto de hojas secas.

Me acerqué. Poco a poco. Despacio. Tenía que calmarme, el corazón me iba a mil por hora y temía que las piernas me fallaran de un momento a otro.
Me senté, no demasiado cerca de él, pues temía estallar en mil pedazos al mínimo roce con la tela de sus pantalones gastados.

-¿Por qué te has escapado?

-Estoy harta de mis padres y de mi vida en general, no tengo amigos y no aguantaba más la situación. Creo que necesito un cambio.

Se quedó callado, pensativo, sin articular palabra y sin mover un músculo, con la mirada perdida.

-Te he visto antes. Parecías frustrado.

-Lo estoy.

-¿Por qué?

-Mi vida es bastante complicada.

Seguía con la mirada clavada en los matorrales que tenía en frente.

Hice acopió de valor, y sin más dilación dije:

-Sé quién eres. Sé muy bien quien eres aunque, créeme, te he visto auí por casualidad. En un principio ni siquiera sabía si podías ser tú. Supongo que todos tenemos problemas, pero tú has logrado tú sueño, eres cantante en un grupo, viajas, y tienes absoluta libertad sobre tu vida, haces lo que quieres cuando quieres...¿Por qué estás tan frustrado?

Giró la cabeza y me observó atentamente. Luego volvió a dejar que su mirada se perdiera en la oscuridad de nuevo.

Durante unos minutos permanecimos en silencio. Sólo se oía el ulular del viento, los chasquidos de las hojas secas al chocar unas contra otras, y de vez en cuando, algún movimiento que no pude identificar y que, probablemente, sería obra de algun pequeño animal nocturno.

Al cabo de un rato volvió a mirarme.

-Te apetece comer algo?

Asentí. Llevaba 2 días sin probar bocado.

Se levantó y se sacudió la ropa.

Siempre me encantó cómo vestía. Era natural. Nada recargado. Simplemente una camiseta negra con la palabra "Slut" en blanco, y unos pantalones vaqueros, deshilachados por los bajos, que se le caían dejando intuir su delgadez.

Me tendió la mano y me levantó del suelo.

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