domingo, 5 de julio de 2009

Luz Cegadora

Caminamos largo rato, en silencio. Ninguno de los dos decía nada.

Me dediqué a mirar fijamente al suelo mientras andaba, como solía hacer cuando no tenía nada mejor que hacer o decir, pero en este caso era, simplemente, que no me atrevía a levantar la mirada. Creo que él hizo lo mismo , pero no estoy segura, ya que mi mirada solamente seguía el movimiento de mis pies.

Sentía que, si lo miraba demasiado, él pensaría que en realidad lo había estado siguiendo, y que todo lo que le había dicho antes tal vez lo había fingido para conseguir estar con él.

No quería que pensara que era una de esas fans histéricas. Nunca lo había admirado por el simple hecho de ser famoso, o el cantante de mi grupo favorito. Si me había calado tan hondo, era porque me sentía identificada con él, con la honestidad de sus letras, y admiraba profundamente su personalidad, por no haber tenido los recursos necesarios y haber luchado por sus sueños hasta el final.

Tragué saliva ante el pensamiento de que pudiera confundir mis intenciones..

Ahora que lo tenía a mí lado, sentía que tal vez mis sueños no fueran tan inalcanzables.

Por una vez mis pensamientos no fueron oscuros, si no algo más optimistas, como si estuvieran iluminados tenuemente por primera vez, por la luz que me había inundado desde el momento en el que me quedé contemplando sus ojos.

Entramos en un bar pequeño, algo cochambroso y poco concurrido. Nadie había en las mesas, y sólo dos hombres de aspecto sospechoso ocupaban la barra.

Nos sentamos en una mesa junto a una de las ventanas.

Una mujer de aspecto descuidado nos atendió. Llevaba el pelo canoso recogido en un moño, del que sobresalían algunos mechones. El delantal que lucía, presentaba un color grisáceo y estaba repleto de manchas de aceite y de grasa.

En ese momento me dí cuenta de que, a pesar de llevar dos días sin comer, tampoco tenía tanta hambre. Mi estómago ya se había acostumbrado a estar vacío, y no quise forzarlo demasiado. Era algo positivo.

Pedí un café, y a pesar de todo, lo acompañé con un sandwich de manteca de cacahuete.

Él pidió una copa de Jack Daniel's.

Esperamos silenciosamente a que nos trajeran lo que habíamos pedido, y en cuanto llegó, comencé a comer con avidez sin poder evitarlo.

Cuando me quise dar cuenta, él me estaba mirando, sin saber exactamente con qué expresión hacerlo.

Frené mi impetú, y por fin pude ver en él una sonrisa. La primera vez que lo veía sonreír desde que lo había encontrado.

Fué una sonrisa fugaz, pero para mí fué suficiente.

Si por fin había visto verdadera luz al mirar sus ojos azules, en el momento en que una sonrisa se reflejó en su rostro,esa sensación fue mucho más intensa.

Jamás me había sentido así, y dudaba volver a hacerlo en años, por lo que dejé que su luz me inundara nuevamente, llenando cada hueco de mi ser, hasta que me sentí lo suficientemente bien como para llegar a la conclusión de que la etapa de oscuridad acababa de terminar y viviría de verdad, al máximo, y lucharía por cumplir todos mis sueños, por imposibles o difíciles que fueran.

En ese mismo instante supe también que la huella que dejaría Bert McCracken en mi vida sería inborrable, y que la marcaría para siempre.

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